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Carta para cuando las cosas no sean según tu voluntad

  • Daniela María Vargas R.
  • 10 dic 2017
  • 3 Min. de lectura

Hablando de voluntades...

No me malinterpreten no soy una niña mimada o malcriada, pero si me preguntaran tendría que decir que soy de las que les gusta que las cosas sean a su manera. Si yo pienso que quiero algo, y ese algo se me mete en la cabeza, difícilmente alguien me lo saca hasta que no se haga realidad. No hay manera de que piense en otra cosa o desee algo más. No hay cabida para modificaciones. Es eso y ya.

Lo paradójico es que no fueron mis padres los que me criaron así. Fue la vida solita que mientras que iba creciendo me ofrecía las oportunidades perfectas para que, desde lo más sencillo hasta lo más grande, pudiera lograr lo que quería, en el momento en el que lo quería y de la forma en la que quería hacerlo.

Pero tranquilos, no sería real si les dijera que no ha existido una excepción, no sería vida si no les aceptara que no todo ha sido según mi voluntad. Y es ese el motivo que me sienta aquí hoy, a escribirles. Más de una vez la vida me ha dicho que no. Más de una vez mi voluntad se ha ido a la basura y el destino solito se ha jugado sus cartas para darme una lección. Y sí, cada situación trae su propia moraleja pero si tuviera que sacar una sola, general, que aplique para siempre sería: no siempre tu voluntad es la mejor para ti.

Frustración, impotencia, fracaso. Tres palabras que describen perfectamente lo que siento cuando las cosas no pasan como quería; como yo creía iban a ser perfectas; como yo “sabía” iban a funcionar. Algunas veces me he sentado en mi cama a llorar como un niña chiquita, otras veces he perdido las fuerzas para seguir luchando y otras simplemente me he resignado; pero después de muchos años, después de muchas veces en la misma situación, de muchas decepciones y después de pasar por el momento de negación siempre concluyo que hay una voluntad más fuerte que la mía.

Yo la llamó la voluntad divina, tú puedes pensar que es la voluntad escrita en tu destino dictado por tu Dios, por la vida, por los astros, como quieras. Esa voluntad que está ahí por algún motivo que claramente no vas a entender ya. Esa voluntad que con el tiempo te enseña a preguntarte: ¿Para qué a mí? Y no ¿Por qué a mí?. Cuando entiendes esto, dejas de darte golpes de pecho por lo que pudo ser si hubiese sido según tu voluntad. Dejas de pensar que ese era el hombre de tu vida, pero que lo conociste en el momento equivocado. Dejas de pensar que ese era el trabajo para ti, pero que tu no estabas preparada. Dejas de pensar que sabes perfectamente lo que es bueno para tu vida, cuando en realidad todo lo que sabes es cuáles son tus deseos.

Las personas correctas llegan en el momento perfecto, así que no le eches la culpa al tiempo; simplemente acepta que no era el perfecto para ti. Las oportunidades hechas para ti llegan cuando tú estás preparado para asumirlas, así que no te culpes por no estar listo; simplemente entiende que no estaba hecha para ti. La vida no siempre va según te la imaginas, siempre hay algo o alguien que te conoce más que tú mismo, y a veces se hará su voluntad y no la tuya.

Llora, grita, patalea, pregúntate lo que quieras y has todo lo que tengas que hacer para sacar esa frustración que siente dentro de ti. Luego de eso podrás pensar con cabeza fría y aceptar que no era el tiempo, o la persona, o la situación correcta para tu vida. Y entonces tendrás las fuerzas para levantarte de nuevo, levantar la cabeza y seguir adelante con buena actitud para seguir luchando por lo que quieres. Porque el hecho de que tu voluntad no tenga que ser la correcta no significa que no tienes que luchar siempre por lo que quieres, sin eso la vida no tendría sentido, pero lo que sí tenemos que aprender es a leer esas señales del destino en las que, con la mano en la cabeza y no en el corazón, tú claramente puedes leer que te dice NO.

Posdata: Esta carta la escribo para compartirla con ustedes, pero sobre todo para mí. Porque estoy segura que necesitaré leerla una y mil veces más en las próximas veces que las cosas no me salgan como las quería o las tenía planeadas. Porque finalmente esta es una de esas lecciones de vida que aunque te sabes de memoria, nunca acudes a aplicarla en primer lugar.


 
 
 

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