top of page

Carta a mi conciencia

  • Daniela María Vargas R.
  • 21 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

¡Qué me tiene loca!

Cada vez que tengo conversaciones conmigo misma me imagino dos mini “yo” totalmente opuestos peleando de lado y lado dentro de mi cabeza. Dos voces que no tienen cuerpo, ni rostro, ni representación física real más que la de mi imaginación que es tal como en las caricaturas: el diablito y el angelito. Ambas debatiendo a cada momento, queriendo opinar sobre cada cosa, queriendo tener siempre la razón e incluso cuando todo parece estar claro ellas siguen dándole vueltas al asunto y volviéndome loca.

Por pequeña que parezca la decisión aquellas vocecitas siempre están ahí presentes, recordándome los miles de pros y de contras, hablando a mil por hora con toda la pasión del caso e interrumpiéndose cada dos segundos, porque lo único que si no pueden hacer es hablar al mismo tiempo. A veces desearía tener la opción de silenciarlas, de no tener que estar en medio de ellas escuchándoles todo lo que piensan; a veces desearía no ser tan vulnerable a ellas. A veces quisiera ser solo yo… Hasta que reacciono y recuerdo que efectivamente soy solo yo.

Con el tiempo he aceptado que ellas no se van a ir de ahí adentro, que hacen parte mí. Que no se puede callar a la conciencia que te conoce más de lo que te imaginas y le gusta jugar con lo que eres, con lo que sabe que tú tienes. Entonces o entras al juego o te vuelves loca; o aprendes a escucharlas o cargas con el peso del “no las escuché” que es más conocido como “cargo de conciencia”, porque en el fondo, muy en el fondo, donde aquellas voces viven, tú siempre sabes y tienes la respuesta de lo que debes hacer frente al dilema.

El riesgo está en lo astutas que las voces pueden llegar a ser. Y el truco está en que las sepas controlar y escuchar. El diablo no siempre tiene que estar incitándote al mal, por ser puerco, al contrario a veces te está motivando a disfrutar de algo que, sin hacerte ningún mal, el ángel no se atrevería a probar. Y el ángel no tiene que tener siempre la razón, por tener corona, a veces simplemente se preocupa demasiado por los riesgos que puedes correr al intentar algo, pero subestima lo fuerte que eres para afrontarlos. Aunque lo anterior no le quita al diablo lo malo y al ángel lo bendito.

Yo sé que muy suena difícil y enredado, que la explicación lo deja a uno casi igual de confundido y que podría explicárselos mejor si las intenciones inconscientemente no fueran hacer quedar bien a las dos que tengo adentro pendientes de ver cómo concluyo la carta. Pero es que para esto no hay fórmula, no hay manual, no hay respuesta exacta. Esta es su relación con usted mismo y se entiende construyéndola, cuidándola, reconociéndose humanamente frente al mundo, se entiende embarrándola y asumiendo las consecuencias.

Pero a modo de consejo le digo, no se vaya a los extremos, recuerde que en medio de esas dos voces está usted. No tiene que ser blanco o negro, usted puede inventarse un gris y elegirlo. Busque el equilibrio dentro de usted cuándo las cosas allá adentro no sean muy claras y tenga dudas. Busque ese equilibrio para sus decisiones dependiendo de lo que usted se conoce, dependiendo de lo que usted se cree capaz, dependiendo de qué tan duro se tire o de qué tanta confianza se tenga.

Eso sí, mantenga una buena relación con esas voces, quiéralas, escúchelas, perdónelas; porque finalmente a la conciencia es mejor tenerla de amiga, que de enemiga.

¿O ustedes qué dicen?


 
 
 

Комментарии


Entradas destacadas

Entradas recientes

Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page