La hoja de vida
- Daniela María Vargas R.
- 29 jul 2019
- 2 Min. de lectura

Me llegó la hora de construir la temida Hoja de vida laboral. Y luego de estar luchando con esos cortos pero tediosos párrafos del Perfil; en los que tienes que resumir qué tienes para ofrecer como profesional y quién eres como ser humano en 10 líneas, decidí escribir esta carta…
Una carta en la que reclamo la necesidad de una hoja de vida y punto, en la que podamos presentarnos a partir de nuestros gustos, comidas y bebidas favoritas, creencias (no religiosas, ni políticas) y, sobre todo, una en la que podamos incluir nuestras experiencias de vida. Esas que, aunque no tienen un sustento, ni una referencia, nos han dejado una enseñanza que no solo nos marcó la vida, sino que quizá no hubiéramos podido aprender de ninguna otra forma.
Una hoja de vida que hable de amores, de cómo se han transformado nuestros corazones gracias a tantas relaciones y no-relaciones. Una que hable de los cursitos que hemos tenido que hacer en ciertos temas que nos costaron tanto aprender. De los idiomas propios que en algún momento nos han sido útiles, como el de ‘hacer ojitos’. De las habilidades que pueden ser aplicadas cuando vamos por la calle, simplemente caminando, pero que estamos seguros nos hacen la vida mejor y más sencilla.
¿Y para qué esta hoja de vida tan no-convencional? Para que entendamos que estamos hechos de todo aquello que hemos vivido y nos ha hecho sentir, emocionar, llorar, reír, asustar y arriesgarnos. Para que recordemos que todo importa, desde la manera en la que saludamos, o no lo hacemos, hasta en dónde trabajamos por primera vez. Para que seamos consientes de que cada experiencia cuenta quiénes somos o, por el contrario, quiénes fuimos y por qué cambiamos. Porque necesitamos darnos cuenta de que hay pequeños detalles que pesan más de lo que imaginamos y que pueden hacer la diferencia en lo que somos.
Y como seguramente es imposible escribir todo esto en Word para presentarlo como un portafolio en una entrevista; entonces lo invito a que se convierta en su hoja de vida andante, una que hablando o no, demuestra muy, muy bien de lo que está hecha cuando actúa, reacciona y se relaciona con usted mismo y con su entorno.
Así que no sea su versión más real en cada momento de su vida, en sus relaciones, en lo laboral, en la calle con desconocidos. Sino que también asegúrese de que está orgulloso de la construcción de esa hoja de vida; de lo contrario autoevalúese porque seguramente es por eso por lo que no ha podido encontrar su lugar en el proceso de selección para vivir feliz.
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