¡Su carta ha sido entregada exitosamente!
- Daniela María Vargas R.
- 2 sept 2018
- 2 Min. de lectura

La verdad es que hace unas semanas que volví de mis vacaciones, retomé las cartas. El problema es que la última que escribí decidí enviarla. Así que no llegó al blog, pero sí a la persona para la que fue escrita.
La verdad es que no hago eso muy a menudo, pero el remitente tenía algo especial y es que con su presencia se robaba mis palabras, pero su ausencia sumada con los recuerdos juntos me inspiraba mucho más de lo que yo creía podría haber dicho. Entonces le escribí una carta, que sabía que iba a ser entregada porque fue escrita con una necesidad innata de expresar por fin todo lo que un nudo en la garganta aquella mañana no me dejó decir.
Y para que me entiendan un poquito les resumo que: la carta fue una especie de despedida; que la despedida y el viaje que emprendí a ella fue un impulso del corazón y ¡wow! Ahora que lo pienso llevaba mucho tiempo sin seguir con tanta fidelidad un arranque de este tipo. Y claro que tenía miedo, sin duda estaba tomando un riesgo, pero al mismo tiempo me estaba quitando el peso de lo que pudo haberse quedado en idea y ahora es recuerdo. Y es que por lo menos el recuerdo tuvo vida, mientras la idea se queda por ahí, sola, suspendida.
Escribí la carta bajo los efectos de unos traguitos. Sentada en uno de mis restaurantes favoritos, sola, en la ciudad donde nos conocimos. Caminé por el restaurante de la primera cita y escuché las canciones que me recuerdan su nombre.
Le leí la carta bajo los efectos de unos traguitos. Esa noche mientras el tomaba porque era viernes, yo brindaba para tener la fuerza necesaria de no serle infiel a mis deseos y poderle leer lo que le había escrito.
La carta no era una de amor. No estoy o estuve enamorada de él. Pero fui demasiado feliz; lo que fuera que hayamos tenido fue demasiado perfecto, dentro de la imperfección que muchos quisieran verle. La carta no era una declaración, era más bien una recopilación de momentos, de motivos, de sentimientos por los cuales tenía que decirle gracias. Y como se me ha vuelto costumbre en los últimos meses, tuve que decir: Adiós a la historia que fuimos; y por ahí derecho te presento a la amiga que puedo ser.
La carta tenía posdata. Y esa misma fue la que me inspiró a escribir la siguiente carta.
“Posdata: Si después de escuchar todo lo que he escrito para ti, piensas que es demasiado y que soy muy exagerada: felicitaciones, ya no estás saliendo con esta chica. Y como un consejo: No vuelvas a salir con una mujer que escriba; porque nosotras hacemos de una palabra una emoción, y de una emoción un sueño. Nuestra libertad está hecha de letras y nuestra valentía de la convicción de que nuestros sentimientos están ahí para ser compartidos.
Si no pensaste eso, entonces ignora la primera parte de la nota. Y ten en mente la última, solo para que entiendas un poquito cómo la vida funciona para esta nueva amiga que está al frente tuyo leyéndote esto.”
Continuará…
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