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Menos blablablá

  • Daniela María Vargas R.
  • 5 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

Y lo que a los 15 pensamos que nunca iba a pasar, pasó. Sí… es que el chisme ya no es lo mismo de cuando estábamos en el colegio, ni empezando la universidad; el chisme ya pasó de estar bueno a tener que ser más interesante. Ya no tenemos las mismas consideraciones a la hora de hablar de otros, ya entendimos que no somos ni Dios ni nadie para criticar o juzgar sin tener en cuenta un contexto, sin pensar en que ‘nadie sabe lo de nadie’, pero sobre todo sin tener en cuenta que ‘con la vara que juzgues serás juzgado’.

Recuerdo que estaba escuchando desprevenida la conversación entre dos amigas: Una de ellas hizo un comentario sobre cómo X persona se creía influencer por lo que estaba publicando en sus redes; contenido que para ella era patético además de inaportante. Recuerdo que cuando la escuché pensé en que fácilmente alguien podría estar diciendo eso de mí, de mis redes. Entonces me uní a la conversación y expuse mi punto de vista desde la perspectiva de ese X que estaba siendo criticado.

En ese momento entendí lo que les decía al principio… Entendí que hay palabras que en algún momento usé para referirme a alguien, que ya no hacen parte de mi vocabulario, porque no me siento ni cómoda ni cool diciéndolas. Entendí que con los años aprendemos que respetar no es simplemente de palabra y obra, sino también de pensamiento. Aprendí que las palabras que dices pueden adquirir mucha más fuerza de la que imaginas sobre la vida de otros; pero también, que a veces cuando estás del otro lado, tienes que aprender a tener oídos sordos.

Estamos en todo el auge del empoderamiento, del sé feliz que eso es lo que importa, del persigue tus sueños hasta el cansancio; pero hace falta entender que ni la felicidad, ni los sueños, ni el poder se alcanzan cuando concentras tus energías en lo que otros hacen, cuando malgastas tu tiempo en criticarlos o cuando las conversaciones con los que te rodean están basadas en la destrucción mas que en el crecimiento.

Gracias madurez que llegas con los años haciéndonos ver tantas cosas, pero sobre todo, de maneras tan diferentes. Gracias a las amistades que no solo permanecen en el tiempo, sino que siempre están en proceso de construcción. Mucho amor para esos chats en los que hay más material de reflexión que de chisme. Mucho amor por esas amigas capaces de hacerte ver mucho más allá, por esas que no solo te dicen que no tienes la razón, sino que también te hacen entender el porqué.

Así que, si no han llegado a ese punto de su vida, si no están rodeados de personas con las que sienten que pueden crecer todos los días, aprender e inspirarse a ser mejores… Muévanse de ahí, porque la vida cobra mucho más sentido cuando hay menos blablablá y más energía positiva.

Nota: Esta carta es dedicada a mis amigas, esas a las que no solo quiero o amo con el alma, sino que admiro por aquello que cada una de ellas le aporta a mi vida.


 
 
 

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