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Desnuda

  • Daniela María Vargas R.
  • 18 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Como si fueran prendas de vestir y como si antes me hubiera tomado dos traguitos de vodka para desinhibirme, me animé a quitarme los prejuicios que llevaba puestos. Todos de una vez hasta quedar sin tanto peso encima. Todos de una vez y sin disfrazar las palabras, sin importar quién lo lea. Todos de una vez sin pensar dos veces en que voy a estar desnuda.

Y es que hay prejuicios de prejuicios, algunos de ellos te los pones solo para ir a visitar a tus padres. Otros pasean contigo solo cuando sales con tus amigas. Hay otros, para mí son los peores, que ni siquiera has decido usar, sino que la gente te los ha puesto. Y entonces vas cargando y cargando con todo eso que cubre lo que en el fondo eres pero no te deja ser, porque lo llevas contigo pero escondido, con miedo.

Escondidos porque en esta sociedad todo es causa y defecto “si haces X entonces eres una Y” y las Y son malas, no les va bien en la vida, pero sobre todo no son bien vistas por el resto del ABCdario. Entonces uno o se cree el cuento de que Y es un defecto o no se lo cree, pero para no quedar mal elige muy bien los momentos en los que deja al descubierto la Y que lleva puesta.

Mientras los botones salen del ojal, la cremallera baja lo más que puede y las prendas caen suavemente yo solo puedo decir… Papás: si dar un beso en la primera cita me hace ver poco seria, entonces a este paso nunca me voy a casar, porque no voy a dejar de dar el beso si es lo que quiero. Amigos: si hablar en los Stories de Instagram me hace ver como una patética que ya se cree influencer, entonces sigan riéndose de mí, porque al fin y al cabo hasta yo lo hago y por ese mismo disfrute es que no voy a parar hacerlo. Futuros colegas: si no haber terminado la universidad en 5 años me hace ver vaga, entonces nunca voy a merecer el diploma, porque no lo pensaría dos veces si se me cruzara en el camino otra experiencia de vida que me hiciera demorarme un año más. Igualmente, si decir que si por mi fuera estudiaría toda la vida, me hace muy inmadura, entonces es uno de esos muchos títulos ‘negativos’ que cargo con honor.

Sí, con honor, porque finalmente ser quien soy, como me nace y como los años me han ido moldeando me hace sentir magna, grande, invencible. Porque si viviera de lo que mis papás esperan de mí sobre mi vida amorosa, entonces podría contar con los dedos de una mano a los hombres que he besado, e imagínense cuántos buenos besos me habría perdido. Porque si le pusiera cuidado a esos que se preguntan ¿esta quién se cree? terminaría preguntándome lo mismo y enredándome la vida cuando tengo tan claro lo que soy.

Porque si a veces no hubiera dejado atrás lo que otros quieren ver en mí, lo que otros quieren que haga con mi vida; si no hubiera dejado atrás algunos prejuicios; hoy no sería quién soy, ni siquiera la mitad de lo que he construido dentro de mí misma. Por eso hoy me quito otros cuántos para seguir viviendo a mí manera, soñando sin limites y caminando sin pesos innecesarios que solo me detienen.

Por eso hoy los invito a que desnuden su alma, primero con ustedes mismos y luego con el resto de la gente, con el que les toque, así duela, así moleste por un rato; porque no hay nada más bonito que transmitir nuestra convicción por lo que somos, incluso cuando aquello para los demás no es algo bueno.


 
 
 

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