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Esta carta es para ti

  • Daniela María Vargas R.
  • 18 feb 2018
  • 4 Min. de lectura

PH: Mariana Ramirez Buitrago

Todo está blanco afuera, es el tercer día consecutivo que nieva ¿o el cuarto? No sé, ya perdí la cuenta. Sin embargo en las mañanas siempre sale el sol y hoy no ha sido la excepción, así que el blanco brilla. Brilla bonito, con visos inexplicables, pero que dan vida a la tan amada y al mismo tiempo odiada nieve.

Vine conduciendo con cuidado hasta aquí, un café que queda a 2 millas de mi casa y que no es el que usualmente visito. Elegí con mi mirada la mesa en la que iba a sentarme, desde el primer segundo en el que entré; mientras caminaba hacía ella me aseguré de que tuviera cerca un toma de luz para cargar el computador en caso de que fuera necesario.

Me quité mi maletín y lo puse sobre la silla en la que me quería sentar, luego me quité el abrigo y lo colgué en la otra y caminé hasta la fila, que da la espalda a la mesa. Desde que me desperté sabía qué iba a ordenar. No me importa si estamos a 15º F , tenía ganas de un caffé frappuccino, sin chantillí. Lo ordené, lo esperé, lo recibí y en menos de 5 minutos estaba de vuelta en la mesa, moviendo el maletín para la silla donde había puesto el abrigo y sentándome en la que había elegido.

Es miércoles y por si no sabes los miércoles escribo la carta de la semana. Esa es la razón por la que estoy aquí y no en casa. La cosa es que hoy a diferencia de otras semanas, no tengo un tema listo, ni decidido. Desde hace unos días varias ideas han rondado mi cabeza, varias frases, varios comienzos. Entonces llegué solo con ellas a la mesa.

Voy a escribirle una carta a la distancia, para decirle que es la culpable de todo. O una al invierno, para cuestionarle su poder de ponerme tan emocional. O mejor una donde cuente una historia de aquellos “amores de la vida” que terminaron viviendo con otros aun sabiendo que su corazón pertenece a otro vida, en esa podría explicar mi miedo de descubrir un día que eso nos pasó a nosotros. Podría también escribir una que se llame “carta para tener una buena relación con tu ex” y contar un poquito de nuestra experiencia en estos meses y hasta nombrar el tema de la Tuti y Sebastian Yepes, que me hicieron recordarte mucho con su video.

Pero al (des)ordenar mis ideas, después de hablar con la almohada y ver a la pareja que está sentada al lado de la chimenea, llegué a la conclusión de que está carta es para ti. Ni la distancia, ni el invierno, ni las historias de otros. Esta carta lleva tu nombre y apellido y será una más que se quede sin enviar.

Esta carta es para ti y no tengo mucho para decir. Comienzo por disculparme en caso tal de que esto te confunda, pero no me culpes, tú a mí me confundes. Tu empezaste primero con eso de aparecerte en mi mente cuando menos lo espero. Tu empezaste primero haciendo todo aquello que yo te había pedido y que está vez no estás haciendo por mí, sino por ti mismo.

Perdón, pero no sé si te extraño o si esta es la crisis de los 6 meses luego de terminar tu relación de años. Perdón pero no sé si esto es normal o es el miedo de que un día lo que creía era mi lugar, lo ocupe otra. Perdón, no quiero perturbar tu corazón tranquilo, tu vida organizada, tus metas claras, ni el bonito camino que estás recorriendo hacia ellas.

No quiero que pienses que algo está mal conmigo que me hace buscar estar contigo. Porque nada está mal conmigo, sigo disfrutando de mi compañía y todo lo que te conté en el otoño; sigo pensando que no nos equivocamos y que necesito tiempo y espacio. Ni estoy buscando estar contigo, porque todo contigo va tan bien que no quiero arruinar nada.

Solo quiero que sepas que vamos por buen camino, ni idea si este es el que nos llevará a estar juntos de nuevo alguna vez, pero por lo menos sí es el que nos lleva a vivir aquello a lo que me refería el día que dije adiós. Solo quiero que sepas que te admiro, así como admiro la nieve caer desde la ventana, es mágica, es bonita, es diminuta pero fuerte, es helada pero brilla; sin embargo es la señal de que todavía no es tiempo de abandonar la mesa, ni de salir de aquí.

Es simplemente la oportunidad perfecta para terminar de disfrutarme mi café con una sonrisa en el rostro, los ojos luminosos ante tanto encantamiento y con la satisfacción de saber que allá afuera todo está bien.

Yo sé que tu sabes leerme y seguro alguien más lo hará. Yo sé que tú sabrás que el mensaje no va solo desde el momento en el que te dedico la carta, sino que está entre las letras en las que te describo una hora de mi vida en la que aparentemente no estás presente, pero te siento latente.

Gracias por acompañarme esta mañana, esta es mi vida, está soy yo, estás son mis letras… en caso de que lo hayas olvidado.


 
 
 

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