Mientras tanto
- Daniela María Vargas R.
- 6 may 2018
- 3 Min. de lectura

Mientras tanto la tormenta. Los rayos, los truenos, las gotas y yo. No hay frio. Todo está caliente, como el café que derramé sin haber probado; como mi cabeza que hierve de ira por sentirme torpe. Mientras el pavimento echa humo de tanto calor; mientras las gotas dejan de caer y llega la esperada calma.
- Al día siguiente-
Mientras tanto el chocolate se deshace en mi boca. Mi granizado se mantiene frio pero cada vez más líquido. Yo escribo y escribo frases con sentido. Pequeñas. Concisas. Pensamientos que son cortados con la llegada de otro, uno tras otro. Ideas que están revueltas en el desorden de mi día. Uno de esos días donde la campanita imaginaria del tiempo te atormenta, te apura a tomar decisiones y caminos. Yo para calmarla me vine a tomar un café.
Mientras tanto la fila avanza, unos ordenan, toman su café y se van. Otros lo reciben y se quedan a tomarlo. Y yo en la mesa de la esquina los veo a todos, uno a uno mientras el barista, allá al fondo, me mira a mí. Seguro es porque no estoy bailando al ritmo de la música de la tienda, sino al son de las letras que los audífonos me secretean al oído mientras intento encontrar las palabras correctas para terminar esta, no muy especial, idea.
Mientras tanto la nueva canción de Ed Sheeran suena por –perdí la cuenta- cuántas veces seguidas. Y ahora soy yo la que sonríe mientras ve a la señora de gafas mover los hombros tipo ‘mapale’ cuando el británico está a punto de hacerme llorar con su melancolía. Pero esta es la vida, a veces tienes que meterte en tu mundo porque afuera todo espanta, o viceversa.
Hablando en estos términos, mucha gente diría que la vida se trata de encontrar ese lugar donde la música de fondo rima con todo alrededor; se trata de encontrar personas que bailen a ese mismo son. Mientras tanto, yo diría que siempre está la opción de cerrar los ojos y bailar solo. De encerrarse entre las mismas notas de esa canción que te transporta a otro mundo donde solo necesitas de ti. Y sé que eso no funciona por mucho tiempo, pero se puede disfrutar por un ratico. Ese ratico donde te das cuenta que te tienes a ti mismo, mientras los demás se van y la canción llega a su final.
Pero recuerden que nosotros no ponemos puntos finales en nuestra historia de vida, solo podemos hacerlo en algunos capítulos. Así que cuando un punto parece acabar con todo en realidad no es más que el comienzo de algo diferente. Una pausa a la llegada de algo nuevo. Así por ejemplo, la temperatura sube, las flores abren sus pétalos de diferentes colores y aun después de la lluvia y cuando desaparece la neblina, todo está verde afuera.
Por fin se siente la tan ansiada primavera. Mientras tanto todos esperan y yo divido a los expectantes en dos grupos: Los que esperan hasta sentir la verdadera llegada de la estación para ellos ponerse en el “mood” y cambiar el closet. Y los que sin importar la temperatura, las incomodidades o lo que piensen los otros, cambian de estación con el calendario. Esos últimos vendrían siendo los que cierran los ojos un ratito. Se ríen solos. Bailan solos. Y son señalados por algunos como estúpidos. Pero nunca se dan cuenta, porque están, felices, en su mundo.
Mientras todo esto. Mientras tanto tú. Mientras el “mientras tanto” que duró menos que el relámpago. Yo estoy aquí sentada decidiendo mi vida con música, café, letras y respuestas que encuentro mientras me leo y leo a los otros que están en el mismo lugar.
Mientras todo esto. Estoy aquí deseando ser tan buena con las palabras como me creo. Ensayando preguntas que no sé cómo formular. Planeando mis conversaciones con alguien más. Gritando en silencio respuestas que otros esperan y yo no quiero pronunciar. Pero nadie sabe, nadie se da cuenta he aprendido a disimular.
Mientras tanto voy a cerrar los ojos un ratico más, al ritmo de esta canción que me transporta a la primavera que no llegó el 20 de marzo, pero que tampoco llegó demasiado tarde. Voy a volverlos a abrir solo para coquetearle al viento y al sol, y para darle ‘replay’ a la canción.
Voy a bailarle al que llegue con cara de entenderme en este tiempo en el que ni siquiera yo me entiendo. Mientras tanto…
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